Este agosto, comienza el mes dominicano tan querido por todos.
Celebramos a Santo Domingo y con el nuestro carisma dominicano, que nos aporta un compromiso con la realidad y con nuestro estudio como un acto de esperanza.
Santo Domingo nació en Caleruega (Burgos) en 1170, en el seno de una familia profundamente creyente. Sus padres, don Félix de Guzmán y doña Juana de Aza, parientes de reyes castellanos y de León, Aragón, Navarra y Portugal, descendían de los condes-fundadores de Castilla. Tuvo dos hermanos, Antonio y Manés.
Se formó intensamente estudiando Artes (Humanidades superiores y Filosofía); Teología; y profesor del Estudio General de Palencia. Al terminar la carrera se hizo Canónigo Regular en la Catedral de Osma. Fue en el año 1191, cuando vende sus libros, para aliviar a los pobres del hambre que asolaba España.
Santo Domingo vivió una época de cambio con numerosos desafíos a los que intentó dar respuesta. El estudio implicaba eso para el «contemplar y dar lo contemplado» , y de ese modo recibir la Palabra de Dios en su corazón y llevarla por la predicación a todos los hombres y mujeres.
Domingo de Guzmán dejó un testamento de paz que lo encarnó a lo largo de su vida: vivir con Cristo y aprender de Él la vida apostólica. Con su predicación y misión emprendió su ardiente deseo de que la Luz de Cristo brillara para todos los hombres, su compasión por un mundo sufriente llamado a nacer a su verdadera vida, su celo en servir a una Iglesia que ensanchara su tienda hasta alcanzar las dimensiones del mundo.
Pidamos su intercesión para llevar en nuestras vidas este gran anhelo, buscando caminos de Justicia y de Paz, que devuelva al mundo la esperanza.
¡Feliz Día de Santo Domingo para todos!