Manos y gestos que lo hacen posible.

17 agosto, 2023

A veces cuando pensamos en la realidad de un colegio como el nuestro, no llegamos a dimensionar  lo costoso que resulta mantenerlo en pie. Sí, es una realidad y más aun en nuestros días.

Es casi imposible pensar que una obra como la nuestra podría sostenerse, sin las diversas acciones que se llevan a cabo y la valiosa colaboración de las familias.

Desde hace muchos años, contamos con el ponderable aporte de un grupo de madres y padres colaboradores, que trabajan desinteresadamente por y para nuestra escuela y el bienestar de los/as estudiantes.

Dicho equipo de trabajo está conformado por familias de los diferentes niveles educativos y también por familiares directos de ex alumnos/as que aun, muestran su adhesión a nuestra institución.

Estas personas no solo tienen una participación activa en el “hacer” de las diferentes propuestas, sino que alientan, acompañan, y dinamizan con una actitud que merece ser destacada, porque se nota que, como ellos/as lo expresan “llevan puesta la camiseta de la escuela”.

El arroz de Santo Domingo y otras acciones importantes para recaudar fondos, son posibles de ser realizadas gracias a la entrega, el tiempo, la predisposición y la voluntariedad de estas personas, que dan testimonio de su labor.

“Mi nombre es Antonio Chamorro, por este establecimiento escolar pasó mi hija y mis nietos. La unión de padres de familia me enseñó a cocinar el famoso arroz, que parece gustar tanto. Mi padre fue un gran cocinero y recordando algunos toques especiales, que él elaboraba, agregué algunas cosas que realzaron el sabor del arroz. Seguir colaborando me hace sentir muy bien y lo seguiré haciendo, mientras que Dios me lo permita, ya que para mí es una misión”. (Testimonio de Antonio Chamorro)

“Pertenecer a la comisión de Padres colaboradores, me permite aportar un granito de arena para seguir creciendo como comunidad educativa, y también, nos permite involucrarnos y trabajar para que nuestros hijos disfruten de un hermoso colegio” (Testimonio de Giselle Angiolini)

Nos enorgullecemos de cada una/o de ellas/os y más aún, cuando vemos que más manos fraternas se unen año a año, a este equipo de trabajo.

“Para mi participar como madre colaboradora es una forma de reencontrarme con el colegio desde otro lugar. Es poder volver a transitar los espacios que me son familiares y amados. Me permite devolver al colegio y a esta comunidad un poquito de todo el amor que recibí durante mis años de alumna y que hoy quiero que experimenten mis hijos. Porque siento que es fundamental que puedan amar los lugares que transitan” (Testimonio de Amelia Cáceres)

“Integrar el grupo para mí es muy importante porque el colegio nos abre la puerta para formar parte de una comunidad de trabajo. Si bien lo que nosotros hacemos es un humilde aporte, para mí es una gran oportunidad el poder ser parte. Y por otro lado, seguir el legado de una de las personas que integró el primer grupo de esta tradición del arroz, me toca muy de cerca, me llena de orgullo y me emociona profundamente hacerlo” (Testimonio de Elio Pereyra)

Hoy queremos dedicarles estas palabras que, expresan un agradecimiento muy profundo, pero además conllevan el reconocimiento por el esfuerzo compartido destacando un clima ameno y alegre, aun ante las adversidades.

En síntesis, el título de este artículo resume cuán importante es para nosotros contar con personas que “sienten” lo que hacen, cómo lo hacen y por qué lo hacen.

Y no queremos cerrar estas sencillas palabras, sin mencionar una frase de nuestro padre Santo Domingo:

“Con los pies descalzos, salgamos a predicar”

Porque no solamente predicamos con las palabras, sino fundamentalmente con el ejemplo.

El desafío es continuar trabajando mancomunadamente, conservando el afecto y la empatía, porque desde la fraternidad se construyen grandes cosas…

Prof. Noemí Castiglione.

 

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