Hay desafíos que nos proponemos y que hacen que los sueños sean posibles. Aun en épocas tan complejas como esta, donde el factor económico parece preponderar sobre todas las cosas, hay manos que “lo hacen posible”.
Pero muy a pesar los momentos difíciles, desde nuestro colegio, hemos conformado un gran equipo de trabajo que, cual Quijote, año tras año emprende una cruzada sin prestar demasiada atención a los obstáculos.
Porque entendemos que, es casi imposible pensar que una obra como la nuestra podría sostenerse, sin las diversas acciones que se llevan a cabo y la valiosa colaboración de las familias. Y porque estamos convencidos que estas, junto a la escuela, idean y crean lo mejor para nuestros/as estudiantes.
Desde hace años, contamos con el valioso aporte de un grupo de madres y padres colaboradores, que trabajan desinteresadamente por y para nuestro colegio, aunando sus esfuerzos, viniendo a reuniones fuera de horario escolar, pensando en conseguir donaciones, colaborando con los elementos necesarios para hacer “este arroz” que nos enorgullece y poniendo de sí, todo su talento y dedicación.
Este conjunto de personas entrelazadas por el trabajo colaborativo, está conformado por familias de los diferentes niveles educativos, ex alumnos/as y directivos que continúan demostrando su adhesión a nuestra institución y a su
proyecto educativo.
Este hermoso grupo humano, no sólo trabaja en las diferentes propuestas, sino que movilizan, difunden y acompañan desde la empatía, con una actitud que merece ser destacada.
El arroz de Santo Domingo y otras acciones importantes no sólo se llevan a cabo para recaudar fondos, sino que también hacen a la esencia de nuestra historia dominicana.
Porque el arroz, por ejemplo, es “más que un arroz” ya que es una acción distintiva de nuestra idiosincrasia como comunidad educativa. Es el recuerdo de la infancia de los que pasaron por esta cada de estudios, es repensarse en el pasado recorriendo los patios de nuestro colegio, es ver feliz a la familia recuperando los verdaderos valores que se enraízan en ella, es compartir mancomunadamente con el otro más cercano y con quien no conocemos demasiado, también.
Y esta gente a la que tanto queremos, hace la magia en lo posible… Nos enorgullecemos de cada una/o de ellas/os y más aún, cuando vemos que otras manos fraternas se unen año a año, a este equipo de trabajo.
Ellos dicen que “lo hacen para devolverle al colegio, todo lo que el colegio hizo por ellos y que hoy, sigue haciendo por sus hijos”. Y nosotros nos emocionamos cada vez que esto sucede.
Hoy queremos dedicarles estas palabras que, expresan un agradecimiento muy profundo, pero además conllevan el reconocimiento por el esfuerzo compartido destacando un clima de cordialidad, camaradería y alegría, aun en tiempos difíciles.
En pocas palabras, el título de este artículo resume lo que esas manos fraternas, que tienden puentes de amor, hacen cada vez que se hace “el arroz de Santo Domingo” y por eso, las llamamos así; Manos bendecidas….
Queremos que sepan lo importante que son para nosotros y lo necesaria que es su tarea. Porque consideramos que nadie da lo que no tiene y eso se nota; hoy les decimos ¡¡¡¡¡¡GRACIAS!!!!!
Y porque como colegio estamos convencidos de que esta es la verdadera forma de predicar, más allá de las palabras y sí, con hechos. Seamos testimonio fiel desde el hacer con otros y así seremos camino…
Prof. Noemí Castiglione.